martes, 22 de septiembre de 2015

Posible principio del siguiente Tomo de la Novela

Felipe se frotaba la cara en un afán de ordenar las ideas, intentaba imponerse un orden adecuado para acomodarlas en palabras que integrasen a su vez, frases no solo legibles sino comprensibles. Finalmente optó por una redacción y dio rienda suelta a escribir con aquella pluma negra. La noción de la atmósfera que le rodeaba desapareció, bastaba con que la luz que provenía del ventanal cercano fuese suficiente. Su mente se abandonó en aquellas ideas y su mirada se transfiguró sobre las hojas en blanco sobre el escritorio, las que se cubrían gradualmente de ideas expresadas en letras frente a él. Tras unos minutos que bordeaban en lo frenético se detuvo y leyó lo escrito: "El tiempo y su dimensión terminan siempre por imponerse en la sempiterna realidad. Hoy, ayer... la realidad es un cambio constante, con sus altas y bajas, dulces y amargas, y nosotros cambiamos con ella queramos o no. El reacomodo de la memoria nos convierte en seres distintos, ahora somos, y fuimos, varios otros del que hemos sido en realidad. La percepción nos ha hecho cómplices de un redibujo de nuestra propia imagen, hemos arrancado páginas de las memorias sea porque las entendemos inútiles, incómodas cual pesadas losas, o bien por un afán de representarnos a nosotros mismos como deseamos hacerlo, justificándonos. El tiempo, mi tambaleante tiempo, ha sido largo y no puede estar exento de la trampa de la edición de la historia propia para limar errores. En estas letras he intentado ser honesto al menos con ellas, ignoro si haya tenido éxito en tan aventurado esfuerzo. Ahora tengo la seguridad de que existen no pocos, aunque menguantes en número, individuos congelados en una condición de longeva inapetencia vital semejante a la mía, sin duda de ellos y de los que nos precedieron proviene todo ese auge que pule, esconde y acaricia mediante la imaginación, la fantasía real y llena libreros de mitos históricos, acicalando la imagen de aquello que nos convirtió en un hito y nos dio la mítica forma e intensidad, particularmente cuando aprendemos, unos más otros menos, a dominar lo inconcebible antes de que ello nos domine a nosotros. Somos la imagen del autor en el espejo, aquello en que nos ha convertido nuestro propio Frankenstein. Ya no tengo esa fuerza en los ojos y la mirada como años atrás. Mi vista se ha nublado y aunque aún puedo ver en la obscuridad, necesito gafas para ver los objetos que se esconden tras una cortina opaca, borrosa, sin un contorno definido. La deformidad, la mancha, se ha tragado a la línea. La luz, que años atrás causaba estragos por su devoradora intensidad en el interior de mis ojos ahora, frente a mi confusa visión de la obscuridad, se ha convertido en una nueva ayuda para dar forma a los claroscuros que definen los objetos. Reniego del ostracismo en esta silla de ruedas dada la debilidad de mis huesos. Si bien mi piel es aún tersa, mi apariencia es la de un hombre maduro y los músculos responden a los estímulos, no acierto aún a acostumbrarme a esa sensación de experimentar que el tiempo transcurre en trozos de mi anatomía, es terrible este sentir de merma física y mental, desespera saberse joven y viejo a la vez. Sé bien que no tardarán en encontrarme, saber quién soy en realidad. Tal vez mi vida fue solo un paseo entre múltiples eventos. Sin embargo, aun tras haber visto, vivido o experimentado tantas cosas estoy seguro de que ningún libro salvo, tal vez, este escrito, recogerá mi verdadero nombre." Volvió a leer lo que acababa de escribir, se detuvo unos momentos, cambió las palabras “Reniego del ostracismo” por “llevo tres meses”. Sin quedar satisfecho rayoneó lo recién escrito y trazó una línea hacia afuera de su formato de escritura para marcar de nuevo ‟Reniego del ostracismo”. Puso la tapa a la pluma fuente y la depositó sobre el viejo escritorio. No tardaría en aparecer por la puerta de la habitación el doctor Enseñat, discípulo y conocedor de varios de los secretos y descubrimientos de su finado maestro, Rolando Carmona, el que fuera amigo y compañero de Felipe desde su infancia. “Vendrá a regañarme como es su costumbre —pensó—, hoy le dejaré hablar y marcar su paso sin hacerle caer en contradicciones, de todas maneras sé bien lo que dirá aun cuando pretenda sorprenderme para hacerme agradable el día. Finalmente, con los años, me ha demostrado su aprecio. Además no tengo gana alguna de discutir con él y es agradable que alguien me visite todavía”.

¿QUÉ OCURRIÓ CON LAS CARTAS DE ZORIÓN? por Julio Iñaki Zuinaga Bilbao

¿QUÉ OCURRIÓ CON LAS CARTAS DE ZORIÓN? por Julio Iñaki Zuinaga Bilbao : Libro de intriga ante la posible existencia de un mundo paralelo; ca...